MayorStubbs / Facebook

Estamos acostumbrados a que actores, cantantes, literatos , y otros personajes públicos hagan carrera política. Arnold Schwarzenegger o Mario Vargas Llosa son un ejemplo de ello. Pero que un gato cumpla quince años al frente del mandato de un pueblo ya es otro cantar. Esto es lo que lleva sucediendo cinco lustros en la pequeña localidad de Talkeetna, en el estado norteamericano de Alaska.

Stubbs, nombre que recibe el felino, fue elegido democráticamente en 1997 por los vecinos del pueblo a modo de broma, demostrando así su hartazgo por la clase política que iba en las listas. Ya que ningún candidato daba la talla, decidieron presentar a este gato y a juzgar por el tiempo que lleva en su cargo no lo debe estar haciendo nada mal.

"Stubbs es bueno, probablemente el mejor alcalde que hemos tenido", asegura la lugareña Lauri Stec. Aunque por supuesto el sagaz gatuno no toma decisiones sobre la actividad política del pueblo, mantiene el cargo de alcalde honorario y se ha erigido en símbolo y reclamo de esta población de 900 habitantes. "Alrededor de 30 a 40 turistas vienen al día para ver a Stubbs", asegura Stec, quien además trabaja en Nagley's, la tienda que da cobijo al animal y donde le gusta remolonear la mayor parte del tiempo.

Pero Stubbs no solo es conocido en su pueblo. Ha salido en la famosa revista "Alaska Magazine" y cuenta con más de 2.500 fans en su página de Facebook, casi tres veces más que la población de Talkeetna. Una curiosa figura política que tiene a sus habitantes totalmente engatusados.

tomado de noticias yahoo.

El Libro Guinness registró un nuevo récord: otorgó el título del gato más ruidoso del mundo a Smokey, una gata británica de pelo corto (British Shorthair) de 12 años de edad, de Pitsford, en el condado británico de Northamptonshire.

En la prueba oficial la triunfadora logró ronronear a 67,7

decibelios. Este volumen equivale al sonido de una aspiradora funcionando. Los dueños de la felina, Ruth y Mark Adams, comentan que en sus mejores momentos Smokey puede llegar a un nivel de 92 decibelios, lo que corresponde al ruido de un Boeing-737 durante el aterrizaje. Para establecer una comparación, un concierto de rock equivale a 'tan solo' 30 decibelios más: con todos los amplificadores de audio se alcanzan 120 decibelios.

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El bigote gatuno más largo del mundo es de 19 centímetros y pertenece a Missi, un Maine Coon de Iisvesi, Finlandia. El gato más pequeño del mundo vive en EE. UU. Se llama Mr. Pibbles, su longitud sin cola es de apenas 15 centímetros y tiene un peso de solo 1,5 kilogramos. El gato doméstico más longevo del mundo fue Creme Puff, de Austin, Texas (EE. UU.). Vivió 38 años y 3 días.

La evidencia arqueológica más antigua de la domesticación de un gato es de hace 9.500 años. Restos de un felino doméstico fueron descubiertos en una aldea neolítica, Shillourokambos, Chipre. Su posición en el suelo –al lado de los restos del humano en el mismo estado de conservación– hace pensar que fueron enterrados juntos. El primer gato del que se sabe con exactitud que recibió nombre fue Nédzhem, que vivió en la época del faraón de Egipto Tutmosis III (1479 - 1425 a. C).

Los niños entienden a los perros mucho mejor que los adultos y reconocen en el ladrido no solo la agresividad, sino toda una serie de emociones. Sin embargo, esta capacidad normalmente se pierde en torno a los 10 años de edad.

Este fenómeno fue descubierto por científicos húngaros de la Universidad de Budapest a través de una serie de experimentos con niños y adultos. Los investigadores Péter Pongrácz y Сsaba Molnar dejaron a los participantes escuchar varias grabaciones del ladrido canino, les mostraron imágenes que representaban diferentes expresiones del rostro humano y les pidieron encontrar la imagen que mejor se correspondiera con la emoción del fragmento escuchado.

Los niños lo hacían todo correctamente, determinando exactamente en el ladrido la alegría, la preocupación, la amenaza, la propuesta para el juego, el ruego o la expresión de cariño. Pero los adultos se equivocaban a menudo.

Al trabajar con voluntarios de varias edades, los investigadores determinaron aquella después de la cual las personas dejan de 'interpretar' a los perros. Al cumplir 10 años los pequeños ya escuchan 'el habla' canina como una sucesión de sonidos que no tienen ningún sentido y no distinguen matices emocionales.

Para que las personas adultas puedan tener una comunicación más interesante y empática con sus mascotas, los científicos húngaros están desarrollando dispositivos para la “interpretación simultánea” del ladrido de los perros y su traducción a la lengua humana.

Se utilizan programas informáticos especiales que detectan sonidos semejantes por su “carga emocional”. Al analizar más de 6.000 ladridos de 14 perros distintos, que fueron grabados en situaciones determinadas, los científicos garantizan una alta probabilidad de reconocer seis “mensajes” que quieren expresar las mascotas. Son: “¡Atención, un desconocido!”, “¡Pelea!”, “Quiero salir/pasear”, “Quiero compañía”, “Quiero la pelota” y “Vamos a jugar”.

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Los investigadores opinan que en la época en la que los perros acababan de ser domesticados, todos los humanos, niños y adultos, entendían bien a sus 'compañeros' de cuatro patas. Pero hoy en día, cuando esta capacidad se perdió hace milenios, el programa de “interpretación” del lenguaje canino podría ayudar mucho en el estudio del comportamiento de los perros.

Hay casos en los que lo más piadoso con nuestras mascotas nos parece la eutanasia animal. Pero el de la cachorra Harper es una excepción.

Con la grave enfermedad que padece, el que aún esté viva, asombra a los veterinarios, pero no a su dueña, Erica Daniel, que a finales de agosto salvó a Harper de ser arrojada a un cubo de basura.

Un vendedor de perros la estaba llevando en una bolsa de plástico para dejarla en el basurero, ya que un cachorro tan enfermo no era rentable. Pero Erica lo vio y llevó a Harper primero a un centro de acogida de animales.

El cuerpo de la cachorra estaba muy deformado: no podía ni levantar la cabeza y tenía las patas estiradas en direcciones opuestas. Los veterinarios le diagnosticaron la afección conocida como ‘cachorro nadador’ y no recomendaron más solución que sacrificar al animal ya que normalmente los animales con esta enfermedad no sobreviven mucho tiempo.

Pero Erica decidió que Harper merecía una oportunidad y la llevó a casa. Las caricias de Erica y una noche de sueño reparador fueron suficientes para que al día siguiente, la perrita empezara a moverse.

Al notar la inesperada mejora, Erica inició una terapia especial junto con los especialistas de la Universidad de Florida, EE. UU. Natación y masajes dieron su resultado: ahora Harper incluso puede caminar y jugar con los otros siete perros que viven en la casa de Erica.

No es la primera vez que esto sucede. La dueña de la afortunada Harper ha salvado ya la vida a varios perros y este año ha abierto un centro de rehabilitación de animales, especialmente para perros de pelea, Dolly’s Foundation.